El futuro de las renovables en España

Hace casi un año que más de 200 países firmaron el Acuerdo de París, un tratado histórico que pretende hacer frente al cambio climático. Por su parte, la Unión Europea ha sido pionera el cambio climático y la sostenibilidad energética, adelantándose en 2008 con el plan de acción climática conocido como 20-20-20. Entre los objetivos, se encontraba alcanzar en 2020 una reducción de emisiones del 20% respecto a 1990 y una penetración del 20% de energía renovable. Recientemente, la UE ha reforzado sus compromisos con la agenda del cambio climático, fijando para 2030 un objetivo de reducción de emisiones del 40% y una penetración de renovables del 27%.

Los gobiernos tienen claro qué energías renovables son indispensables para la consecución de los objetivos marcados por Europa. Pero, ¿cuál es la situación del sector en España? Tras el boom de estas energías en la primera década de este siglo y su posterior freno, el sector entra en una nueva etapa marcada por la necesidad de aumento de las renovables en el mix energético. El porcentaje que en la actualidad representan estas energías se encuentra en un 17,3% en España, y quedan sólo 3 años para cumplir el objetivo del 20%. El Ejecutivo ya ha anunciado los detalles de la segunda subasta de renovables tras el levantamiento de la moratoria, que será de 3.000 megavatios y se realizará en el segundo semestre del año.

Pese a estas nuevas subastas, el sector reclama estabilidad y predictibilidad desde el punto de vista regulatorio. Una regulación que proporcionara un nivel de ingresos predecible permitiría asegurar la inversión y reduciría el nivel actual de incertidumbre y el coste de capital, como pusieron de manifiesto representantes de la industria en el encuentro Perspectivas para el sector renovable español organizado por KPMG.

De hecho, advirtieron de que sin esta predictibilidad será complicado cumplir con la lucha contra el cambio climático. No sólo los objetivos del año 2020, también los de Europa 2030, que eleva la cuota de energías renovables al 27%, o el de lograr una Unión Europea descarbonizada para el año 2050.

Ante este contexto, en el que la Unión Europea establece los objetivos en energía a largo plazo, los representantes del sector renovable español destacaron que la política energética no puede depender de cada Gobierno. Pese a que los criterios puedan sufrir modulaciones con los cambios de cartera, se debería de realizar una planificación que tuviese en cuenta que un activo en el sector de energía puede tener tres décadas de vida.

El debate en torno a las subastas

Existen otras cuestiones importantes en el diseño de las subastas de energías renovables, algunas de las cuales cuentan con un amplio consenso y otras sobre las que existe cierta divergencia.

La mayor parte del sector coincide en pedir que la base de la oferta en las subastas debería ser el kilovatio-hora producido, en precio y cantidad, como ocurre en la mayoría de países con esquemas similares. Bajo esta premisa, el diseño actual no fomenta la eficiencia en la gestión de los activos al retribuir la potencia instalada y no la producción.

Las mayores divergencias en el diseño de las subastas se centran en la competencia entre distintas tecnologías renovables en una misma subasta frente a la necesidad de establecer cupos por tecnologías. En este sentido, algunos representantes indicaron que, más allá de valorar el precio más barato, las subastas deberían tener en cuenta el valor que genera la tecnología en el tiempo. También suscita debate la necesidad de reservar unos cupos para pequeños productores de energía en las subastas.

El Pacto de Estado energético

Otra de las principales reclamaciones del sector es una mayor visibilidad sobre la planificación energética a largo plazo, algo que requiere alcanzar un pacto de Estado en materia de energía, que facilitaría el cumplimiento de la hoja de ruta marcada por Bruselas. La existencia en la actualidad de un Congreso marcado por la diversidad puede dar lugar a un contexto que propicie el debate y facilite un acuerdo en torno a las grandes líneas de la planificación energética.

Al abordar esta cuestión, representantes de los principales partidos políticos reconocieron la importancia de alcanzar este pacto, aunque en los detalles continúan existiendo importantes diferencias. La posibilidad de favorecer determinadas tecnologías, el impulso de las interconexiones o el debate en torno a la entrada en el mercado de pequeños inversores son algunas de las cuestiones que crean divergencia.

Pese a ello, los representantes políticos destacaron los puntos que unen a todas las formaciones y que dan cierta esperanza a la consecución de un pacto. Entre ellos, la importancia de las energías renovables y la necesidad de diseñar un mapa que permita el cumplimiento del Acuerdo de París. Pese a la incertidumbre que critica el sector, parece claro que las renovables van a ser una de las piezas clave del sistema eléctrico del futuro.