Inversión en infraestructuras, clave para potenciar el crecimiento

Los jefes de Estado y de Gobierno de los 19 países miembro del G-20, más la Unión Europea, se reunieron el pasado fin de semana en Brisbane (Australia) en una cumbre que se centró en el crecimiento económico y el empleo. El encuentro se cerró con el compromiso de impulsar un paquete de 800 medidas para lograr un crecimiento del 2,1% hasta 2018 -por encima de las previsiones- e inyectar 1,6 billones de euros a la economía.

KPMG presentó en la cumbre el informe Brisbane G20 summit: A new agenda for financial services en el que advierte a los países del G20 de las consecuencias no deseadas de la agenda de reformas en el ámbito de la regulación financiera. Algunos de estos efectos son las reformas regulatorias implantadas de manera no uniforme, lo que implica costes más elevados, mayor incertidumbre y menor posibilidad de ofrecer productos financieros que contribuyan al crecimiento económico.

En el informe se proponen cuatro medidas concretas para garantizar el equilibrio:

Reducir los desincentivos de la regulación para animar a los bancos a conceder préstamos para pequeñas empresas, infraestructuras y financiación del comercio exterior, por ejemplo mediante una regulación que trate la titulización de gran calidad de préstamos bancarios como bonos garantizados en los requerimientos de capital y liquidez.

Animar a las compañías de seguros y a otros inversores a largo plazo a conceder préstamos para infraestructuras y pequeñas empresas: creando un régimen regulador y un entorno fiscal que incentive la concesión de préstamos para proyectos de capital a largo plazo.

Alentar a los directivos a invertir más en infraestructuras: desarrollar el marco de los Fondos de Inversión a Largo Plazo Europeos (FILPE) para permitir la inversión en activos no líquidos a largo plazo, como por ejemplo, proyectos de infraestructuras e inmuebles.

Desarrollar mercados de capital nuevos y dinámicos: otros países y áreas económicas deberían aplicar las lecciones aprendidas de Estados Unidos y desarrollar una cultura accionarial, mercados de capital más líquidos respaldados por entornos reguladores y fiscales que incentiven la inversión.