La ética vuelve a la economía

Nadie discute hoy, seis años después de que estallase la actual crisis que nos ha sumido en el peor episodio de turbulencias económicas desde la Gran Depresión, que una de las causas de esta debacle ha sido la falta de estándares éticos en el gobierno de algunas empresas e instituciones. Prácticas irregulares que han provocado en última instancia una enorme desconfianza hacia los líderes, y también hacia las empresas o la Administración.

Felizmente, la crisis, tan devastadora, está sirviendo de aldabonazo para despertar la conciencia de una sociedad que, ahora sí, busca fortalecer el pilar de los valores éticos para que cataclismos como el actual no se repitan, y para que la economía y los negocios sean actividades sostenibles y basadas en reglas de juego limpias. De alguna forma ya se adivinan señales de una vuelta de lo ético a la vida económica: desde la proliferación de códigos y regulaciones a la introducción de nuevos programas sobre ética en los centros de formación de ejecutivos.

Algunos cambios hacia lo ético ya se están operando, otros llevarán más tiempo precisamente porque requieren de una labor educativa y pedagógica. En opinión de Pablo Bernad, esta mutación ya se manifiesta en tres campos: las políticas para mejorar el gobierno corporativo, la mejor medición de los riesgos, y el mayor cumplimiento de la normativa. Por ejemplo, antes se miraban los riesgos de forma desagregada, por departamentos, pero cada vez es más evidente que hay una tendencia a unificar, y no solo en España sino a nivel internacional. “Cuanto mejor se midan los riesgos, menor será la probabilidad de incurrir en errores y malas prácticas”, dice el responsable de Risk Consulting de KPMG.

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