La transformación digital de las PYMES: que ninguna empresa se quede atrás

¿Cuántas veces has tenido que volver a tu casa porque te has dado cuenta de que te has dejado tu teléfono móvil en casa? Cada vez nos cuesta más concebir una realidad desconectada. Siete de cada diez personas no salen de casa sin su móvil.

Esta necesidad de estar conectados también tiene un impacto profundo en los negocios. Si los clientes cambian, ¿puede permitirse las empresas no cambiar? Los usuarios demandan un nuevo tipo de experiencias, una nueva manera de relacionarse y acceder a productos y servicios.

Ante esta demanda, los negocios que no sepan emprender un proceso de digitalización a tiempo corren el riesgo de quedarse atrás frente a competidores más ágiles y adaptables. Las empresas tienen hoy una oportunidad única de acelerarse, transformarse y redefinirse para los nuevos tiempos.

Los procesos de transformación digital no son cosa únicamente de grandes empresas. Los cambios en el perfil del consumidor afectan por igual a multinacionales, grandes compañías o a las PYMES. No obstante, con frecuencia estas últimas perciben los procesos de transformación digital como una tarea costosa e inabarcable.

Pero, ¿qué es la transformación digital? ¿Es realmente un proceso imposible? La clave está en la planificación. Contar con un plan es la mejor inversión para asegurar resultados rápidos y realmente disruptivos. De hecho, los procesos de transformación tienen dos veces más posibilidades de tener éxito si se articulan sobre un plan de acción antes que sobre una tecnología concreta.

Este plan es lo que se conoce como Transformación Digital de los negocios. La visión digital debe ser afrontada como un elemento estratégico para conducir el proceso transformador de las compañías.

Para diseñar una correcta estrategia, es importante ser consciente de los pasos necesarios antes de ser capaz de obtener unos beneficios tangibles de la digitalización de tu empresa. No existen los atajos en los procesos transformadores. Si tu empresa salta del 0.0 al 2.0, corre el riesgo de no alcanzar sus objetivos, y  el proceso de digitalización se tornará más complejo.

Las fases de un proceso de transformación:

1.- Digital Basics: Se trata del primer paso de cualquier empresa en el mundo digital, el 1.0. El objetivo en esta fase es desarrollar tu huella digital, establecer una serie de activos digitales (como una página web, presencia en redes sociales, etc) que dé respuesta a las necesidades de tu cliente. Muchas empresas ya han dado este paso en su proceso digitalizador, pero es necesario que analicen si su presencia digital ofrece una experiencia adaptada a las nuevas demandas de los consumidores.

2.- Omincanalidad: Después de establecer tus activos digitales, el siguiente paso es capacitar a la compañía en personas, procesos y tecnología específicos para el entorno digital de tu empresa. Es necesaria una implicación real por parte del empresario y su equipo en los canales de comunicación digital.

3.- Decisiones basadas en los datos: Ya tienes tus canales y la experiencia y habilidades necesarias para gestionarlos. Es el momento de utilizar el contacto directo con el cliente que ofrecen los canales digitales para extraer información con alto valor estratégico para tu negocio. Esta información ayudará a ofrecer una experiencia más personalizada para los consumidores, e informar el proceso de toma de decisiones.

4.- Innovación digital: Una vez cuentas con la presencia digital que tus clientes demandan, los conocimientos adecuados para moverte por las redes, y las lecciones obtenidas a través del análisis de datos llega el momento pasar a la ofensiva, detectando nuevas oportunidades de negocio y ofreciendo ideas transformadoras.

La transformación digital permite a las pequeñas y grandes empresas acceder a una cantidad masiva de información sobre sus clientes y sobre ellos mismos, lo que se traduce en mayores ingresos para su negocio. Se trata de un acercamiento personalizado de las empresas a un entorno globalizado, donde a día de hoy se encuentran sus clientes. La competitividad ya no reside únicamente en el volumen de negocio o la cercanía de las empresas entre sí, sino en la velocidad de respuesta y adaptación a las necesidades de sus clientes.