Plasmar los datos en mapas para cambiar el mundo

“Entendemos el mundo conectado por entrar en Internet, y la realidad va mucho más allá”, afirma Sergio Álvarez, fundador y CPO de Carto, que parece tener muy claro que los futuros distópicos que se muestran en series de televisión están cada vez más cerca. Y todo gracias a los datos que generamos por el mero hecho de formar parte de la sociedad actual. “La mayor parte de los objetos con los que interactuamos llevan sensores, y nosotros les damos sentido”, asegura.

Este sentido pasa por establecer patrones a partir de los datos que dejamos a nuestro paso: desde redes sociales que pueden predecir si hemos roto con nuestra pareja a centros comerciales que detectan nuestras necesidades y nos hacen ofertas exclusivas y segmentadas. “La diferencia en la actualidad es que hay negocios que se están preocupando por dar utilidad a estos datos”, sostiene Sergio Álvarez, protagonista de la segunda edición de KPMG Talks, gente extraordinaria.

Pero el sector retail no es el único beneficiado del denominado Big Data: la digitalización de las ciudades permite conocer qué sucede en todo momento y destinar los recursos necesarios para realizar una gestión más eficiente. A través de sensores en aceras, farolas que envían información cuando se deterioran o contenedores que muestran su nivel de carga de basura en tiempo real, se generan una serie de datos que pueden ser relacionables entre sí.

“Pero no solo eso, ahora entramos en la era de la digitalización del espacio y del cielo, donde por unos 600 euros puedes adquirir un dron con autonomía, cámara HD y que vuela hasta a 3 kilómetros de distancia y que nos permite mirar al mundo desde un punto de vista al que antes solo podían acceder los ejércitos o la gente con muchos recursos”, sostiene Sergio Álvarez.

Y esto no ha hecho más que empezar: el fundador de Carto apuesta por que en unos años los nanosatélites supondrán otro punto de inflexión. Estos satélites de tamaño reducido y fabricados por startups permiten hacer grabaciones en HD, cuentan con infrarrojos y recoge información muy avanzada para empresas o individuales.

Este mar de datos a disposición de todo aquel que pueda –o sepa- tratarlos explica el nacimiento de Carto, que apuesta por la location intelligence: analizar, predecir y visualizar los insights que hay detrás de datos geoespaciales. Una nueva forma de entender los mapas que, según Sergio Álvarez, “siempre se han considerado fuente de verdad y se han empleado para tomar decisiones”.

Entre los proyectos con los que ha trabajado Carto se encuentra Global Forest Watch, que monitoriza la degradación de los bosques y la representa en mapas a tiempo real para poder analizar su evolución. Este análisis y representación de los datos también ayudó descubrir dos planetas, y ahora compañía tiene la mirada puesta en hacer un censo mundial en tiempo real. Los proyectos a abordar son ilimitados.

Pero, sin duda, los negocios también saben ver la utilidad de estos mapas. La compañía también colaboró en una gran superficie donde, tras recoger el código postal de los compradores al pasar por caja se realizó un análisis geoespacial que identificaba dónde residían los consumidores, para de este modo predecir, por ejemplo, su renta. Una cuestión que permite conocer cuándo compran diferentes targets y de esta forma adecuar las ofertas y productos.

En este sentido, Sergio Álvarez apunta a las dos bases de datos más poderosas en la actualidad: los que generan las empresas de telecomunicaciones, que están relacionados con la geolocalización, y los bancos, que pueden indicar el nivel adquisitivo y el volumen de gasto de los individuos.

Pero, ¿tiene la sociedad algún control sobre sus datos o están obligados a compartir toda la información sobre sus vidas? “Creo que es negativo que en ocasiones la gente no quiera ser consciente de que presta sus datos al realizar determinadas acciones o al utilizar demasiadas aplicaciones, pero si se les informa previamente se echan para atrás”, opina Sergio Álvarez.

El cofundador de Carto recomienda concienciarse de los beneficios que la sociedad puede obtener al compartir sus datos. “No solo se paga con euros, se paga con datos, es la nueva economía que se está generando”. De esta forma, existen compañías que ofrecen sus servicios gratuitos o a un precio menor a cambio de que el usuario comparta algunos de sus datos, o incluso compañías del sector sanitario pueden mentalizar de la utilidad de disponer datos que, analizados y comparados, pueden salvar vidas.